Sonia Gómez estrena mañana (en Reus) un espectáculo en el cual he tenido la suerte de poder asistir indirectamente en su proceso creativo (además de colaborar con algunas fotos y otras vainas sin importancia):
Experiencias con un desconocido Show.
Nacido con espíritu contradictorio: una idea en apariencia sencilla, pero lastrada de una producción extremadamente compleja. Es decir, el proceso es mucho más gratificante que la puesta en escena. Y de nuevo, la contradicción, es una creación ardua, por el desgaste personal y emocional que ha conllevado su realización durante dos años.
Sonia es la artista escénica de acá que, a día de hoy, más lejos a llevado la idea del trabajo personal (ni
Angélica Liddell cuya obra, a pesar de cortarse la piel en escena, es pura literatura al fin y al cabo). Sonia no es escritora, sino dramaturga, y muy buena por cierto, el único problema es que trabaja con un material poco agradecido: el ego. Material poroso a las emociones, a los errores y a no encontrar necesario que se entienda lo que se intenta expresar (pedantería).
Sonia es
Sophie. Gómez es
Calle: De este modo, con esta ecuación, el trabajo antiteatral, se vuelca en un escenario. Se pone sobre la mesa, como lo cojones, los puños o las cartas boca arriba. Es lo que hay, eso es el escenario. Lo demás, es internet. Es la soledad global. Son las pajas delante de la webcam, el
twitter. Un universo de experiencias con desconocidos ya inabarcable. El capitalismo se unde, por necio, zafio y codicioso, queda internet, que nació limpio, que no se corrompió. Ahí están, ahí estamos, desconocidos todos, posteando, comunicándonos más allá de las emociones y los egos.
Ésta es la realidad.
D.
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