España en Kodachrome
La Guerra Civil hundió a España y alargó el retraso secular de un país que había empezado a modernizarse sólo desde la primera mitad del siglo XX. La posguerra y el aislamiento nos retrocedían a una sociedad desigualdad con un terruño muy pobre y ruralizado y unas ciudades miseras tan sólo algo clasemedieras, pero aún sin polución o la presión de la emigración y el "babyboom" que vendria con el "desarrollismo". Un Madrid irreal que conserva los palacios de la Castellana y los tranvias por la Plaza Mayor o los ribetes de la modernidad de los años 30 en la arquitectura o las infraestructuras. Un curioso paisaje “romántico” que reconocemos en la Cuba del bloqueo, el universo del telón de acero o en muchos países postcoloniales. La pobreza siempre deja el "decorado" puro, inmóvil, en modo buen salvaje: Vida miserable, pero excelentes fotografías.
Por otro lado, los años 50 son un periodo muy interesante que marca el inicio del fin de una posguerra amarilla, gracias en parte al dinero americano y sobre todo una sociedad con ganas de olvidar, de vivir, de ser feliz a toda costa. Ese Madrid entre decrépito y borrachuzo del que se enamoró Ava Gadner o esa Barcelona, gris y vibrante, de Oriol Maspons o Català-Roca, núcleo de donde surge la “gauche divine”.
El color, sí. Los primeros viajeros llegaron España en la década de los 50 en forma de turismo no de masas (ese vendría algo después). Un modo de viajar entre el lujo del "Gran Tour europeo" de muchos norteamericanos (no habría otro modo), y también otro más aventurero, beatnik o de vagabundeo (como el francés Jean Paul Margnac que viajó entre un destartalado Citroen o en autostop, durmiendo al raso de esa España de caminos polvorientos, desde la frontera en Navarra hasta Marruecos) afortunados que descubrieron ese país congelado (miserable) pero bello al fin al cabo, y que no tardaría ni una decena de años en empezar a desaparecer para siempre.
Otra curiosidad es que si las imágenes de la época, noticiarios, fotografías usaban mayoritariamente el blanco y negro, los turistas traen película Kodachrome. Una de las primeras en color, y muy rara en aquella España por ser demasiado cara e inaccesible para la época. Con lo que podemos ver gracias a ésto, diapositivas de un país luminoso al que no estamos acostumbrados, salvo por las películas de Marisol.
Un mundo de nostalgia que los turistas sabían apreciar, mientras los locales despreciaban (apretujados en el tranvía) de edificios hoy desaparecidos, calles adoquinadas, coches americanos de los nuevos ricos del estraperlo, caminantes con burro y autobuses de dos plantas. Una España desaparecida que gracias al Kodachrome vuelve como en un sueño.
Fotos de Michael Leonard (1959), Sarah Trahan (años 50), Julia Vandeveer (años 50) y Jean Paul Margnac (1955).
D.
Por otro lado, los años 50 son un periodo muy interesante que marca el inicio del fin de una posguerra amarilla, gracias en parte al dinero americano y sobre todo una sociedad con ganas de olvidar, de vivir, de ser feliz a toda costa. Ese Madrid entre decrépito y borrachuzo del que se enamoró Ava Gadner o esa Barcelona, gris y vibrante, de Oriol Maspons o Català-Roca, núcleo de donde surge la “gauche divine”.
El color, sí. Los primeros viajeros llegaron España en la década de los 50 en forma de turismo no de masas (ese vendría algo después). Un modo de viajar entre el lujo del "Gran Tour europeo" de muchos norteamericanos (no habría otro modo), y también otro más aventurero, beatnik o de vagabundeo (como el francés Jean Paul Margnac que viajó entre un destartalado Citroen o en autostop, durmiendo al raso de esa España de caminos polvorientos, desde la frontera en Navarra hasta Marruecos) afortunados que descubrieron ese país congelado (miserable) pero bello al fin al cabo, y que no tardaría ni una decena de años en empezar a desaparecer para siempre.
Otra curiosidad es que si las imágenes de la época, noticiarios, fotografías usaban mayoritariamente el blanco y negro, los turistas traen película Kodachrome. Una de las primeras en color, y muy rara en aquella España por ser demasiado cara e inaccesible para la época. Con lo que podemos ver gracias a ésto, diapositivas de un país luminoso al que no estamos acostumbrados, salvo por las películas de Marisol.
Un mundo de nostalgia que los turistas sabían apreciar, mientras los locales despreciaban (apretujados en el tranvía) de edificios hoy desaparecidos, calles adoquinadas, coches americanos de los nuevos ricos del estraperlo, caminantes con burro y autobuses de dos plantas. Una España desaparecida que gracias al Kodachrome vuelve como en un sueño.
Fotos de Michael Leonard (1959), Sarah Trahan (años 50), Julia Vandeveer (años 50) y Jean Paul Margnac (1955).
D.
Etiquetas: alucina vecina, consumo cultural, Espein is diferen, madrid
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