Todos quieren matar al 15M. Movimiento social que nació muerto por anacrónico, y sobre todo, por haberlo hecho en tierra infértil para la democracia, el trabajo colectivo o la justicia.
Desde hace 30 años España ha vivido dos procesos que han cambiado radicalmente su aspecto: la liberalización salvaje de la economía y la mediatización de la sociedad. Ambos procesos, han tendido a excluir a los ciudadanos de la realidad política o económica, a precarizar sus vidas, y a convertirlos en meros consumidores o participantes de grandes o pequeños eventos.
Insólitamente, hace unos meses, mucha gente se convocó en el único sitio donde les dejaron, algunas plazas públicas. Y hablaron, se aflojaron las cadenas para decirse lo que esa sociedad mediatizada y esa vida precaria no les permite. Juntos, se gastaron las ganas de ser sinceros los unos con los otros. Hacía falta, pues todo en verdad es muy triste.
Luego, tras un paréntesis, volvió a las manos correspondientes: medios de comunicación, políticos, etc. Y aquella cosa se murió.
Ahora, una política profesional de aire cutre y mucho oportunismo, que cada vez que habla fortalece a lo peor de un país que se materializa en vigorosos votantes neofachas, se sube a la moto de las lógicas críticas al 15M.
Rompe la baraja y añade una pala más sobre una sociedad que ya no tiene necesidad, ni ganas de existir.
Esperanza Aguirre nos recuerda que el presente y el futuro, es un camino sembrado de lobbys, de intereses creados y de amiguetes. Como ha sido siempre, para los ricos y para los pobres. Volvió el orden.
D.
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