3.19.2009

La nueva era


"Queremos levantar una torre de más de 300 metros en San Petersburgo", le dijeron los altos mandatarios de Gazprom a un arquitecto barcelonés, con el que contactaron hace más de tres años para que les redactara las bases del concurso de ideas.

"¿Cuál es el programa? ¿Van a trasladar la sede central a San Petersburgo? ¿Será una torre de oficinas o tendrá otros usos?", les preguntó el catalán.

"El programa da igual. La sede central seguirá en Moscú. Ya veremos qué hacemos con la torre, de momento la queremos para ayudar a progresar la ciudad, para dotarla de un nuevo símbolo. Ese es el objetivo", respondieron los hombres de la poderosa firma rusa.

El diálogo resumido en el párrafo anterior refleja el modus operandi de algunos de los promotores que, en los últimos años, con al inestimable colaboración de los arquitectos estrella, han cubierto el mundo de edificios icónicos desmesurados. El profesional barcelonés rechazó la invitación de Gazprom. Indicó que si el único criterio claro era la altura de la torre, debían saber que Moscú planeaba una firmada por lord Foster, con más de 600 metros...

De las estrellas al suelo
, un artículo de Llàtzer Moix en el Culturas de ayer, sobre el presunto fin de los oscuros tiempos de la dictadura del binomio promotor salvaje+arquitecto sin escrúpulos, que por estos lares ha hecho tanto daño, y a colación del festival Eme3. Baste recordar, con lágrimas en los ojos, el pelotazo del Real Madrid y sus torres, la surrealista ciudad de las Ciencias de Valencia o la inacabada de la Cultura de Santiago de Compostela.
D.

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