10.06.2015

Escena suprimida



Lo que le faltó en sus anteriores películas, por fin lo halló en ésta, gracias a un personaje con el que todo el mundo se siente identificado: Un flâneur del siglo XXI que no sólo nos invita a una permanente y relajada fiesta en su ático romano, sino que nos descubre que nuestro eterno voyeurismo, nuestra pereza, nuestra sempiterna amargura, nuestra pedante mala leche y la ausencia de deseo, ... es decir, todo aquello que creemos nuestros males son, en realidad, virtudes.

Viva La Grande Bellezza.
D.

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