Hay crisis. Vuelve el kitsch
Ocaña de España. O cuando el figurativismo duele.
El proyecto es una performace ultrarrealista sobre el mercado inmobiliario, en formato de encargo de 53 viviendas entre medianeras, con altura B+3.
Sucumbimos a los incuestionables deseos de un creativo promotor privado de construir un edificio conquense por fuera y muy moderno por dentro. Se le planteó construir el edificio como una réplica de las casas colgantes de Cuenca. Las dos primeras plantas serían la roca (construida con técnicas de tematización como las ejecutadas en Port Aventura) y las dos últimas, unas casas costumbristas apoyadas en ella, rematadas con cubiertas de lona con serigrafía de tejas árabes. El conjunto es el edificio residencial Ocaña de España.
En el proyecto convergen realidades entrecruzadas que van desde las fosas abisales de la cultura popular al Realismo Operatorio de Bourriaud. Y tiene mucho de actitud osada y crítica que incita a la reflexión, y no solo sobre arquitectura. Invita a reflexionar sobre el exceso de repertorio arquitectónico, el vértigo de la inversión inmobliaria, la influencia de los medios y, además, manifiesta la amenaza omnipresente del fin del capitalismo que conocemos. También navega por los océanos del Fake. Es como el fosil de Hello Kitty, o un Mickey Mouse.
Es decir Las Casas Colgantes de Cuenca y nuestro edificio tienen la misma imagen aunque no comparten significados.
Todo esto es Ocaña de España
De cómo se pasó de la botella de licor de Cuenca a toda una señora urbanización.
Vía Edgar González.
D.
Etiquetas: aunque no lo parezca los arquitectos son buena gente, Espein is diferen, Idas de olla
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