La naturalidad
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No hay nada como que la gente normal, pueda convensar con naturalidad o llaneza.
Entonces surgen las penas, las alegrías y las miserias, que son muchas. Entonces, todo se aclara y la gente se da cuenta de donde están, de que posición ocupan en este mundo.
Todo lleno de humor, de chascarrillos y de retranca.
Una serie, Seinfeld, realizó hace muchos años el gozoso experimento de narrar con naturalidad esas penas y desgracias de la gente normal. Tomar las anécdotas banales de la cotidianidad, subirse a un taxi, a un avión, ir al gimnasio, una cena, el cine, se convertían en las manos de un pequeño y heterogéneo grupo de amigos neoyorquinos en un continuo cúmulo de catástrofes y desgracias en la línea de Jacques Tati o Blake Edwards. Al final, capítulo tras capítulo (y hubo un montón de ellos), se nos mostraba un espacio intemporal donde predominaba una moraleja contante que hablaba del miedo a la madurez, a aceptar a los otros y a afrontar la realidad de la vida.
Duró nueve temporadas, y no continuó más tiempo por la sonada negativa de sus creadores: Jerry Seinfeld y Larry David, que llegaron a rechazar los 90 millones de dolares al año que les ofrecían por seguir trabajando.
Hoy, es un modelo de humor absurdo y perfecto, limpio y banal en apariencia, en realidad es tan caústico y destructivo, que da bastante que pensar en cada capítulo sobre que coño hacemos sobre la faz de la tierra.
D.
Etiquetas: alucina vecina, con simpatia y agrado, hipertexto, marcianadas siderales, mola mazo, Parecidos razonables
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