5.13.2008

Y cogió su fusil

Javier Rada es un mutilado mental.
Lo curioso es que quizá sea una de las pocas personas que conozco que habitan las palabras y las frases al completo, casí hasta el ahogo. Vamos, lo que también se llama ser escritor.

Pero, el desgraciado sufre las secuelas de haber combatido en los frentes aberrantes de la prensa que nació gratuita y se despertó basura. Rada, en realidad, es como la mayoría de la gente joven de este país, gente demasiado buena para poder soportar la vulgaridad que les rodea, pero que por culpa de sus taras no consiguen escapar, es decir dejar de estar debajo de la bota que nos pisa a todos.

Al menos ahora, ha vuelto a hacer lo que los demás esperamos de él: escribir.
Ya era hora, hostias.

Los infiernos artificiales

Todos sabemos que el periodismo está mal; mal es un eufemismo, porque está hecho unos andrajos. Salvo excepciones que confirman reglas y otros dolores de ovarios, es polvo de espectáculo, miedo, mierda, basura, engaño, abuso, insulto, perplejidad, amoralidad, abducción, no profesionalidad, cualquier cosa menos lo que creí que era el trabajo de un periodista. La espiral consumista ha tomado la hidra mediática (televisión, prensa, radio e Internet) que serpentea ante nuestros ojos intentándonos hipnotizar cual cobayitas rechonchas y apetitosas. Quieren que dejen de importarnos la realidad y también su antónimo y rival, la imaginación. Han conseguido que nos importen cosas realmente extrañas, cosas que ni siquiera existen más allá de los márgenes que delimitan un televisor. Buscamos espectáculo. El valor absoluto de nuestra civilización es la evasión. Lo sé. Sólo que hay tantas y hermosas formas de evadirse… Baudelaire describió los paraisos artificiales. Ellos, en cambio, suscriben los infiernos. Sigue-->
D.

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