2.06.2009

Una experiencia inigualable

Sonia concibió un proyecto que le permitía sacar material, como se dice en el argot teatral, de unos colaboradores, los cuales, quizá dotados de afinidades y talento personal, eran en principio totalmente ajenos a lo escénico.

Propuesta recurrente en su obra, tan ingeniosa como honesta, resultó en este caso una tarea complejísima al tener que enlazar y recojer la madeja de las divergentes líneas que este numeroso material iba trazando según se creaba.

La labor exigió a Sonia, tener que vivir (esto quizá también estaba implicito a priori) personal, e incluso emocionalmente, la propia experiencia de la producción de su espectáculo, y durante un año y medio, se vió "obligada" adecuar su propia existencia para cohabitar/padecer lo que sus clientes le ofrecían.

Al acabar este proceso, se encontró de bruces con la tarea doble de tener que recuperar su propio proyecto. Guiarlo hacia el redil de lo performativo, de lo escénico, del entretenimiento honrado, pero sin dejar de homenajear -y con cariño- a sus espontáneos colaboradores.
Es decir, enderezarlo hacia el trabajo personal de Sonia Gómez.

Ésta, sin duda, debe de haber sido la parte del proyecto más dura y compleja. Y es la que vimos anoche en el Mercat. Pero al contrario de lo que se podía preveer, Experiencias con un desconocido Show resultó ser una narración feliz dotada de una depurada caligrafía, que si bien nació antiteatro, se ha convertido en una exquisita máquina teatral travestida, erróneamente, como show de TV.

Anoche en Barcelona, asistimos a un espectáculo luminoso, quizá el mejor del año. Una joya inclasificable, que ha llevado a tener que comprenderse mucho mejor y a ser mejor persona, a su artífice, la creadora catalana Sonia Gómez.

Una pequeña maravilla. Una experiencia a la búsqueda de la felicidad. Un diez.
D.

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