11.21.2011

La bella Eva



De postre, la bella Eva
Llegaron a casa. Cenamos vichysoisse, berberechos y rape alangostado. Y de postre, la bella Eva, compartida por los suelos entre fríos sorbos de gintonic.

Volví a verla después
y reaparecieron
los perturbadores mordiscos en el cuello que seguían visibles al día siguiente, nuestras lenguas enredadas por el rabo del pirata, la ligera punzada de celos al verle penetrándola… pero, más que nada, el sutil cosquilleo de su melena rizada entre mis muslos, la suavidad de su piel, el calor intenso de su coño, su olor, su sabor… y todo aquello que esa noche me di cuenta que no he encontrado en los hombres.

Sin cables y a loco narra también nuestras hazañas amorosas.
D.

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