9.13.2009

El lugar en el mundo


Una madrugada un coche nos fue a recojer muy pronto a nosotros y nuestras maletas. Atravesamos aún dormidos un São Paulo nebuloso, aterradoramente desierto, para ir a volar sobre unas nubes oscurísimas que se abrieron bajo nosotros con la luz del día. El amanecer imponente de una ciudad sin fin, sobrevolando claros entre las nubes repletos de miles y miles de cajitas de cerillas. Tanta belleza.

Este verano he volado mucho. Vuelos transoceánicos, enlaces domésticos. Una y otra vez. Y a pesar de airbuses, fockers, despegar, aterrizar, formularios, visados de entrada, de salida, controles contra la gripe A, maletas, escáneres, ... ni una sóla vez he dejado de sentir lo extraordinario de la mayoría de los acontecimientos que ocurrían a mi alrededor: Tormentas sobre el Atlántico, frentes fríos que chocaban contra los cálidos del cambio de estación, atardeceres sobre colinas verdes, tupidas, selváticas. Viaje sublimado. Vida significada.
Mientras, el resto de la gente, dormitaba.

Al poco he vuelto a Madrid y he mirado de nuevo por la ventana de un amanecer bellísimo, sorprendente e imponente, la representación de Años 90. Nacimos para ser estrellas de La Tristura en el Teatro Pradillo, quizá unos de los mejores textos de la escena española de la última década. Obra de unos jóvenes autores de menos de 25 años que destilan una inhabitual muestra de poesía y lucidez a partes iguales. Un texto asombroso, maduro que dice bien, por fin, lo que tantos se afanan por contar. En el escenario dos actrices de aspecto frágil, aniñado, de blanco y tan falsamente inofensivas como los protagonistas de Funny Games, reencarnaron de la actitud de Rimbaud hacia la vida. Sin miedo al sufrimiento, sólo nos urge amor y belleza. Nada más. ¿He dicho ya, que sus autores tienen menos de 25 años?

Años 90 es la memoria de nuestro afán por una vida sublimable. Una línea que traza nuestro lugar en el mundo, una habitación habitada por todos aquellos pocos a los que amamos. Nuestra posición ya no es política sino anímica, es empatía. ¿Tienes lo que hay que tener o no lo tienes? ¿Responsabilidad? ¿sensibilidad?

Dormitas en tu asiento o miras por la ventanilla el pasmoso amanecer.
D.

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