Aprendío a compartir, a darlo todo. Supo lo que es la entrega ciega, total, sin pizca de egoísmo.
Empezó a sentir placer por ello. También empezó a dejar de tener dudas y de sentir miedo.
Compartía su casa, su cama, con su amante, con la amante de su amante, con las amantes de sus amantes.
Les servía, les daba de comer, incluso su boca y su garganta fueron su cuerto de baño.
Sintió placer, por fin.
D.
Etiquetas: sexo
1 comentarios:
PAPARRUCHAS.
¡AUPA EL EGOTISMO Y MI FALOCENTRISMO!
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