La polla y el toro

El arte es puro fracaso.
Su producción es siempre un tan trabajo muy complicado y que depende de tantos elementos externos y azarosos que hacen que todo acabe por salir mal.
Si uno positiviza las cosas, convierte los errores en "hallazgos" y los problemas en "proceso creativo". Es falso, la obra perfecta, tal y como se concibe en la cabeza no existe. No sale jamás de los jamases como se planeó en un principio. Y de hecho casi nunca se lleva a su término, y se finaliza por que sí, por que si haces algo para que lo vean, disfruten o entiendan los demás tiene que tener un inicio y un fin.
La obra de arte recien nacida, al igual que un bebé, termina por ponerse a andar solita, y sus padres la miran, primero con felicidad y sosiego pues, ya es autónoma, y luego con sorpresa o incluso extrañeza. ¿Ese libro lo he escrito yo? ¿Qué persona era yo entonces? ¿Qué circuntancias me rodeaban en ese instante? ¡Díos mío, cómo he cambiado...!

El autor de Tristam Sandy, Lawrence Sterne, aprende a escribir de Cervantes, y como él, juega a reirse de la realidad que le rodea y de si mismo, pero sobre todo del propio proceso de gestación de la novela. En su historia, el héroe (o antihéroe más bien) Tristam Sandy se ve siempre interrumpido por la compleja realidad vital, por las cosas de la vida que se superponen en sus pensamientos y trabajos literarios y alteran invariablemente el desarrollo de la obra.

Michael Winterbottom, el mejor director en activo, realizó una obra maestra incontestable sobre esta novela inglesa del siglo XVIII. Tristam Sandy: A cock and bull story. Película deliciosa e inteligentísima, llena de errores -falsos- y rebosante de hallazgos verdaderos, verdaderos.
D.