Olvido
Cada día, cada mañana, cada rato de nuestras patéticas jornadas resulta bueno para que los demás te demuestren con sus actos que no somos más que tristes monumentos erigidos al egoísmo y a la mediocridad.
Se lo ruego, seres adyectos: olvídenme.
D.
Etiquetas: De cómo este país se convirtió en un infierno, la gente ese saco de mierda, Ser soez de vez en cuando tampoco es tan malo
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