2.06.2008

El lado salvaje de la vida

En la época que empezaba en la universidad, preparé mi marcha fuera del mundo.
Unos amigos habían descubierto un pequeño pueblo abandonado en la montañas del norte y planeamos muy seriamente su okupación.
Hablamos mucho de ello, recopilamos mucha información (recuerdo los libros de plantas medicinales...). A pesar de la distancia, el aislamiento y los condiciones extremas en la zona, fuímos a menudo allí. Recuerdo sobre todo los viajes improvisados hasta aquellas lejanas montañas, tras un simple encuentro en el bar de la facultad. Dejar las clases, cojer el coche, llenarse los ojos de hermosos paisajes. Para llegar allí sin más. Sólo para que ese sueño compartido, fue más real.
Confieso que aquello fue una de las experiencias de mi vida.
Al final (alguien lo dudaba) el proyecto no cuajó. A día de hoy es algo muy ajeno a mi, aunque no puedo ver un pueblo abandonado y no pensar en aquellos días.

Anoche asistí a la última película de Sean Penn, "Hacia rutas salvajes", una peliculón basado en la aventura personal de un chico que cambia de vida para adentrarse en la soledad de los grandes espacios naturales.
La película, muy ambiciosa, funciona perfectamente hasta que intenta llegar al fondo en las razones de nuestro protagonista. Sin duda sobraban por obvias, y quizá a los espectadores nos bastaba solamente con el viaje en sí, con sentir su voluntad de alejarse y revivir ese hermoso recorrido en libertad.
Una metáfora maravillosa de nuestra existencia sobre el planeta.
D.

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