4.16.2009

Yo mismo y El Pardo

Nueva carretera M-61

Recuerdo una vez en una aldea de León como unos hombres se afanaban grotescamente en derribar un gran árbol. Alegaban primero enfermedad, no la tenía, molestias, no daba ninguna, precaución frente a su caía accidental, otra falsedad. Los habitantes del pequeño pueblo se reunieron ante este hecho y el imponente ser vivo cayó ligero, resquebrajando el cielo. Luego la gente se fue, los leñadores al bar y el gran árbol se quedó tumbado en el suelo.
Recuerdo una gran pena por dentro.

Desde siempre he sentido dolor ante la infinita crueldad humana. Un tiempo la canalicé en rabia, en palabras que intentaban traspasaros. Todo inútil. Pronto se talarán más árboles, se destruirá un paraíso, donde yo me escondo de la gente, de su vulgaridad y de su insensibilidad.

Hoy he descubierto que estoy sólo, que lo que yo siento no lo siente nadie, que todo el mundo, que todos los hombres y mujeres son un gran ser cruel y asesino.
D.

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