4.01.2018

Los vértigos del amor



En el anterior film hasta la fecha de Luca Guadagnino, "A Bigger Splash" (2015), los protagonistas eran extranjeros que se paseaban por un ajeno cuadro isleño (vaga rememoranza de "Stromboli" (1950) de Roberto Rossellini). Un paisaje en el que jamás entraban, salvo para darse un baño, hacer la compra o ir a la fiesta local. Protegiéndose del mismísimo drama de la inmigración naufragando a las puertas de Europa en una casa aislada en un paisaje de fin del mundo. Pero, eso sí, con una piscina.

En su siguiente película "Call Me by Your Name" (2017) las figuras, extranjeros también, si llegan a fundirse con el paisaje italiano. Es inevitable pensar en el misma geografía tematizada que vemos en el capítulo "San Junipero" (2016) de la serie Black Mirror. Aquí también asistimos a un espacio-tiempo exquisito, casí utópico. Preciso y precioso momento anterior a la desgraciada globalización, al turismo de masas, airbnb, los teléfonos móviles o internet, y amenizado con mucha música pop y Franco Batiatto. Un "Locus amoenus" donde nos gustaría quedar atrapados para vivir siempre. Una Arcadia, por tanto, un lugar trágico.

El verano de nuevo. El calor, los albaricoques, la brisa y otra casa, pero que esta vez no es decorado, es parte de ellos mismos. Además unas vacaciones soñadas, con agua y buenos libros en los que zambullirse por doquier, unos padres enrollados, chicas cariñosas y descubrimientos arqueológicos. Ante tanta perfección al protagonista sólo le dan picores, mareos y vómitos o sangra por la nariz.

Esta encaje entre fondo y forma es sólo un sofisticada trampa que dispara esa fisicidad a flor de piel que saca al chaval de su letargo, de su inacción, de su zona de confort. Y le descubre, nada más y nada menos, que el gran amor. El amor con sus verdades que duelen. Casi como una obligación de la que no se puede escapar, parece decirle su amable, comprensivo y frustrado padre.

Enamorarse como participar en una batalla cruenta y mortifera en la que los soldados conscientes de que van morir o acabar mutilados, vomitan de terror antes de que comience el fuego.
D.

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