5.27.2012

El día de Apocalipsis



Pimlico Road.
Era por la mañana pues recuerdo que me daba el sol en la cara. Cientos de personas se apiñan en el jardín del hospital militar de Chelsea para ver flores. Personas no, ingleses. Cientos, miles de ellos. No esperen ver, por estos lares, las negras caras de los habitantes del sur de Londres.

RHS Chelsea Flower Show.
La primera impresión me choca. Mi cabeza como que gira. Demasiado sol, demasiado calor, demasiadas pamelas, demasiadas flores, demasiado de todo. Esto es como una boda con 15.000 invitados. Es el apoteosis florihortícola en el centro de jubilados.

Casual dress, no jeans. 
Gracias al díos de los borrachos, una tarjeta que llevo colgada de mi americana, me da acceso a la zona VIP. Dentro: más boda, pero bajo techo. Buffet de luxe, sillas forradas, cubiertos de plata. Más gente mayor pero con un toque avinagradro. Barra libre de comida y bebida. Una chica con una bandeja me ofrece la sangría pija que se bebe en esta país durante las fiestas al aire libre: Pim's. Me tomo cuatro vasos.

Me siento culpable, apenas he visto nada, he entrado directamente al bar. Intento salir de nuevo hacia show floral. Demasiados peldaños, demasiados adornos, demasiado Pim's. Pero en el mismo umbral de salida, me giro sobre mis pasos, para volver a sentarme en la alta terraza con vistas y contemplar con otra copa de alcohol en la mano como llega el fin del mundo.
D.

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