5.21.2012

Colisevm




Al nacer el siglo, Puccini compuso su ópera Madame Butterfly, apoteósico y kitsch monumento al amor romántico. Al mismo tiempo, se abría en Londres otro gran templo del pastiche: el teatro Coliseum. Abigarrado y marmoleo teatro, en sus orígenes centrado en las variedades y el musichall. Hace años se convirtió en la sede de la ENO, compañía de ópera privada, donde tuve la suerte de ver la reposición de la versión que el malogrado Antony Minguella produjo sobre la historia de la gheisa japonesa y el malvado Pinkerton, antes de su prematura muerte.

El montaje tan bello como añejo, sigue gustando al público. A mi, que Puccini me da picores, lo que me flipó fue el lugar, tan bestial, tan irreal. Y, como en el BBC Proms, el público británico, que llenaba. Tan excéntrico (algunos disfrazados), pero sin una gota de pendantería (tan propia del público madrileño).

Y los manipuladores de bunraku, siempre asombrosos.
D.

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