6.08.2009

La manta

La fina manta se había caído a sus pies.
El cuello incómodo se quejaba, del poco espacio, de los hombros de ella tan cerca, casi apoyados.
Miró a su alrededor.
Atrapado en el centro del avión, las demás filas dormitaban, la luz tenue, el cielo negro de la madrugada, la teles emitiendo silenciosos promocionales turísticos sin interés.
Se abrigó de nuevo arrugándose, cuando un vaivén devino sacudida.
Pensó: Ya estoy despierto, ... ya no me dormiré. Voy al baño, ... pero tengo que pasar por encima de la del hombro.
Las luces se encendieron.
La claridad picaba en los ojos, algunas figuras se desentumecieron también.
Dos azafatas pasaron.
Las sacudidas aumentaban.
El cielo negro, brillaba entre descargas blancas.
Despertarse de un sueño, para entrar en otro, pensó.

Pocos segundos después, la aeronave se precipitó contra el océano desde 11.000 pies de altura.
D.

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