12.10.2008

Ludopatía

El movimiento y el texto en la danza han ido siempre en paralelo, sólo se acaban por juntar del todo en el horizonte. En este punto limítrofe hay grandes y originales propuestas, pero también otras que abundan en códigos conocidos: coreógrafos norteños, conceptos a la mode, del modo de vestir, de hacer o no, musicales incluso, pero… y el texto ¿por dónde anda?

Los trabajos sobre el texto de bailarines o coreógrafos de origen, se llevan a cabo a menudo a través de procesos de improvisación, colectivos o en pareja, pero aplicándose el mismo modo de trabajo que se usa para el movimiento. Y curiosamente, ¿qué tipo de resultados suelen surgir habitualmente? Pues, reflexiones sobre los límites del escenario, real o simbólico -qué más dá a estas alturas- como espacio de juego.

Ludopatía sobre un escenario, vestido de tapete verde. Se lo hemos visto, entre otros muchos, a Juan Domínguez saltando ríos imaginarios acompañado de la gran Amalia Fernández, a Olga Mesa pintando como una chiquilla con sus tizas blancas paredes y suelo de teatros de todo el mundo, a Claudia Faci jugando con sus amigas, a Guillermo Weickert tiritando de miedo al rememorar diversiones tenebrosas de infancia, a Guichi Guichi Do descansando felices un rato para darnos a beber ricos cócteles. Incluso jugaba sobre el linóleo Mónica Valenciano, pero ésta más en fauve.

Anoche vimos a Aimar Pérez Galí, Ricardo Santana y Guillem Mont de Palol en Navigating Possibilities en el Teatro Pradillo de Madrid, y les observamos jugando complacidos, quizá algo desganados a pesar de que los juegos eran honestamente buenos. Les falló, quizá, un detalle: al principio, nos invitaron a embarcarnos con ellos en el barco el amor, pero enseguida se cansaron de nosotros, y siguieron jugando ellos sólos.
Una lástima.
D.

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